viernes, marzo 11, 2005

Te veo... te sigo viendo... todavía te puedo ver...

En esas noches, cuando se me condiciona el ánimo, no puedo evitarlo. Te veo, recostada en tu cama, tal vez en la mano un libro, tal vez solo mirando los intrincados laberintos y pasajes de lo que se supone que tendría que ser un liso cielo raso, o quizá soñando con alguien que no quiero conocer, tal vez viendo tu televisión, recostada, en fin. Los cabellos suavemente esparcidos sobre tu almohada, creándote una inmensa y extravagante corona, aquella que yo te he dado, y me aterroriza la idea de que te quieres cortar el pelo. Tu cuerpo, delicadamente cubierto con esa pijama que más parece el traje de un hombre. Tu, in extenso, larga cual eres, o acurrucándote, mientras te niegas caprichosamente a cerrar tu ventana. Flexionas tus piernas, y disfrutas frotándote contra las suaves sábanas de tu cama de princesa. Te veo, una valiente lágrima corriendo por tu rostro, que siempre intentas mantener alegre o frío, y no puedo evitar el enternecerme, mientras, como un gatito, te frotas, y te acomodas para dormir. Pero no duermes, y, en esas noches de insomio, te acompaña mi mirada, que te veo desde donde puedo, que te pienso con fuerza. En esas noches, cuando se me condiciona el ánimo, admito, sigo enamorado de tí.

No hay comentarios.: