domingo, julio 24, 2005

Algunas cosas para el amor de estos mis días...

Te sueño,
y en mi inquieta noche
no encuentro sosiego,
mas ligeros son los pensamientos
e iluminados de ilusión.

No te siento...
y me duele, mientras tú,
suave luz de luna,
bañas mi rostro
sobrecogido por tí.

El frío aumenta,
mas no le tengo miedo,
inviernos crudos van a venir
antes de llegar a tí,
doncella y guerrera.

Tu vaivén me impacienta.
Te alejas, como tímida marea
que abandona los tristes muelles.
Te acercas, impetuosa y veloz;
tu cercanía es niebla densa, casi irrespirable.

Me abandono,
y en tus sueños encuentro mi alegría.
No vivo si no es por tí,
tu incandescente espíritu arde,
valientemente te defiendo, mi princesa.

Mas no te siento,
y acogido a mis ensoñaciones
batallo por un reino
donde pueda darte un trono
y, de noche, te sueño.

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Ella llegó del colegio y vió unas maletas. Suspiró, mezcla de resignación y esperanza de que no fuera un molesto pariente, de esos que en todo se meten, y que nada dejan en su lugar. Sin embargo en su casa no había nadie, y solo estaban las enigmáticas maletas.

Se quedó en su casa, que estaba vacía, aunque las maletas le incomodaban, como esas extrañas estatuas de ojos en perspectiva, que parecen seguirte con la mirada, y que siempre parecen espectantes a lo que vas a hacer o decir.

Calló un buen rato, mientras renegaba, por que no había comida, y ese día había llegado con ganas de siquiera poder paladear algo de su refri, no importaba... Regresó de la molesta presencia a sus ocupaciones habituales, y, en espera de que alguien llegue con noticias de donde carajos podía conseguir comida, decidió ponerse a leer en su cama.

Tenía media hora leyendo, y había caído dormida. Sintió como una mano se pasó por su rostro, y pensó que sería alguien que había llegado de buen humor; sin embargo su cansancio le dijo que siguiese en esa suerte de sueño. Luego escuchó como se cerraba la puerta, el ruido de las maletas... y... silencio.

Despertó algunas horas más tarde, y descubrió que, para su sorpresa, sus padres estaban furiosos en la sala.

- ¿Qué hacen? -les preguntó algo somnolienta.
- Un tipo vino, dijo que te buscaba... era un extranjero... y bueno, fuimos con él a la policía... por que... bueno, eres menor de edad... y no nos gustó "tu pequeña visita" ¿quien demonios es ese tipo? - dijo su madre, algo irritada.

A ella le dió un pequeño sobresalto escuchar esa historia, y más sabiendo que nadie de los que conoce en el extranjero sabe donde vive ella. Así y todo calló y solo escuchaba mientras su madre seguía hablando furibunda.

- Bueno, aunque tenía todos los papeles en regla, no nos ha gustado la visita, y los policías, por ser él boliviano, le han deportado, bajo sospecha de llevar cocaína... -su madre calló un rato y dijo- bueno, no le encontraron nada, pero ya no podían echarse atrás... te dejó algo antes de recoger sus maletas... no quería despertarse -concluyó, quizas medio conmovida.

Ella corrió a su cuarto y encontró una pequeña carta. No decía gran cosa, y ella esperaba algo más de una despedida así de dramática. Pero no, la cotianidad y los papeleos, los apuros y la policía habían hecho de ese incidente extrañamente seco y algo... inusual...

"toqué tu piel como leche... sentí el océano..." decía, nada más, la nota.

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Ella caminaba por esas calles un poco vacías a la hora de la siesta, tan acostumbrada en ese lugar. Pensaba que había sido una mala idea irse a pie a su casa, pues era lejos. Estaba de mal humor, y bueno, no estaba para aguantar nada hoy.

Un tipo, con una mochilota y unos lentes oscuros, con la típica pinta del turista al que van a asaltar en menos de 15 minutos, preguntaba, con un mapa en la mano, a alguna gente, que de mala gana le contestaba, y de mala gana se ponía a caminar de nueva cuenta. Cuando se acercó a ella, él notó que ella... se quedó paralizado en medio de la calle, aunque ella, que lo vió solo fugazmente, al verlo con la cara pasmada y con los ojos, ocultos detrás de esas inmensas gafas, seguramente mirándola de mala manera.

Y se pasó de largo, apurando el paso, antes que su ya molesto día se convirtiese en un circo de extravagantes irritaciones...

Llegó a su casa, y, como se sentía de humor para ello, y no tenía a nadie, en ese intante, para pedir permiso, se conectó a la wired. El msn estaba desierto, y su correo solo contenía una carta de su novio, cosa que, para ese entonces... era regular.

Leyó con cuidado el mail una y otra vez, y no encontraba sentido. ¿Qué demonios esperaba él si viajaba sin las más mínimas precisiones del lugar donde podía encontrarla? Desvió su vista una vez más a la fecha del viaje, y todavía era en dos semanas. Pensó que ya le podría decir mejor donde, a qué hora, como encontrarse; y se consoló ante la estupidez que acababa de leer.

Prendió las noticias, y es que, cuando su casa estaba sola, podía permitirse la compañía de cualquier ruido. Un tipo había sido victimado por unos maleantes; un tonto turista que no sabía ni donde estaba. Le vió la cara, y le pareció familiar. Por supuesto que luego la censura impuesta por los medios habían deformado el rostro

No dejó de pensar que él era Alvaro, que había viajado antes, como sorpresa, pero nada nunca pudo decírselo con certeza.

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Sonaba ese viejo campanario que, desde mi casa, por estar en el tercer piso, se podía oir, aunque, en realidad no estaba tan lejos. Eran las 2 de la mañana, y afuera había un escándalo lindo, pero los perros ya se iban a callar, lo juraba lo avanzado de la noche... Me acosté en mi cama, y me dí vuelta, como acostumbro, dándole la espalda a la ventana. Pasaron algunos minutos, mientras yo, como de costumbre, me había sumergido en mis sábanas, y me imaginaba alguna aventura épica o alguna corta leyenda que un pueblo inexistente podía contar.

Entonces... en medio de mis ensoñaciones, enterrado en mi cama, mientras el oxígeno me escaseaba y el sueño me embargaba... escuché. El ruido todo se había extinguido, y solo un repiqueteo en la ventana allanaba ese tenso ruido, mismo que me aterraba, mientras lentamente salía de mis sueños.

Entró ella, y la ví con los ojos desorbitados. Lo tarde de la noche me permitía verla, como si tuviese luz propia, y ella avanzaba, casi flotando, hasta sentase a mi lado, yo, que permanecía sentado en mi cama, pero con la firme impresión de que esto era un sueño, un alucinante sueño destinado a despertarme con un dolor de pecho. Pasaron quizá unos 5 minutos, tiempo en el que ella solo veía la mágica ciudad, que callaba conteniendo tanta vida dentro, y las luces de los faros se reflejaban en sus ojos que brillaban. Yo la observaba en silencio, mientras cada vez me convencía de que este era el sueño más parsimonioso del que haya tenido noticia, o del que me acuerde. El peso de su cuerpo, el calor de su presencia... el suave olor a una infusión desconocida... esto no era un sueño, y sacudía mi básica lógica, mientras parecía afirmar con incontrolable poder la existencia de los milagros.

No era su presencia en este cuarto, fuera de toda lógica, lo más increíble, sino comprobar que ella existe.

Mis manos se habían enfriado fuera de mi cama, y recordé que estaba haciendo viento afuera, y de pronto me pregunté si ella tendría frío.

- ¿Tienes frío? -Le pregunté-. Creo que no tendrías que haber venido... vestida así.
Ella llevaba un largo vestido negro, y Alvaro se empezó a desesperar.

- Espera -dijo, saliendo de su cama- fué y trajo una frazada, mientras se preguntaba la utilidad de todo esto... si era un sueño, no le haría frío, y, si era una aparición o un milagro, todo esto era irrelevante.

Sin embargo, mientras él se acercaba, notó que ella lo miraba ahora a él, quizá tan aterrada como él de verse ahí... en medio de la noche, en el cuarto de un tipo que solo conoce por MSN...

Él solo hizo lo que más lógico le pareció. Abrazó por la espalda a la novia que tanto tiempo había querido tocar, mientras esperaba que todo esto tuviera explicación, mientras esperaba que ella dijese algo, mientras soñaba, y buscaba sus manos, que estaba frías, y las tomaba entre las suyas... miró por el ventanal de su cuarto, y el reloj, a lo lejos, marcó las 2 de la mañana de nueva cuenta.