lunes, mayo 12, 2008

Japoneses de verdad

Siempre nos muestran gente rica y gente pobre en los anime y series o películas japonesas. Pero lo que nos muestran normalmente es una vista de esas dos clases sociales desde la cómoda clase media (excenta de la mirada pública, fuera de las penurias de la pobreza). Y si nos ponemos a pensar en la gente rica de nuestro país y cómo las muestran en la tele nos damos cuenta de lo que estoy hablando.

¿Y cómo es un verdadero japonés pobre? ¿Cómo es un verdadero japonés rico?

Internet es amplio, y antes de lanzarme en búsqueda de eso que de pronto me vino a la mente viendo "midori no hibi", decidí dejar la pregunta acá. De seguro a alguno se le habrá ocurrido pensar en ello, no solo motivado por una obsesión con LO japonés, sino quizá al intentar investigar sobre las clases ricas de varios paises, y he pensado que quizá aquellos que encuentren información interesante sobre ello puedan dejar un enlace en los comentarios. Yo lo haré.

12:46 pm

Te había hecho el comentario de que en esta ciudad "comenzar una nueva vida" es imposible, tal como en un pueblo pequeño. No puedes decir "me cansé de mis vecinos, me aburren las fiestas de fin de semana, estoy cansado de mis amigos, me cambio de barrio".

Por más increíble que suene, en La Paz se podía. Bastaba con cambiarse de barrio para que las cosas cambien en la medida en la que querías. No volvías a ver a los que ya no querías ver, mantenías contacto con los que querías, e incluso si volvías a tu barrio o ellos iban al tuyo, pasaban lado a lado sin mayor comentario que quizá un incómodo cruce de miradas. Y podías estar totalmente caído en desgracia o haber progresado al 1000% y la mirada era la misma. Melancólica y un poco indiferente.

Y no es que lo haya intentado en los últimos... 4 años? Por alguna razón ando feliz con la vida que tengo ahora. No es perfecta, pero me gusta. Sin embargo la gente que conocí el 2001, sigue apareciendo. En la tele pasando detrás de un corresponsal en la calle; o en la plaza con la mirada perdida, hasta que voltea a verte, (siempre te va a ver aunque estés invisible), y te saluda con un lejano "hola".

Creo que prefiero cualquiera de los dos extremos a ese incómodo medio. Que se acerquen o yo me acerque a hablarles o que hagamos de la vista gorda y pasemos de largo. Y es que la mirada que te hechan siempre está tan cargada de significados. Envidia o pena, burla o admiración, coquetería o repugnancia... dependiendo de cómo te hayan conocido y cómo estés ahora. Y ya lo había leído en alguna parte, esta reflexión no es del todo nueva.

Pero no me reconozco del todo en mis coterráneos y tampoco me reconozco del todo en mis vecinos actuales. Pues ya no puedo pasar de largo sin mirar a una persona que antes conocí, pero tampoco lanzo esas miradas tan cargadas de significado a la gente que no veo hace tiempo y con la que no tengo mayores razones para hablar tampoco. Y creo que les lanzo una mirada vacía.

Ahora, sobre lo de que olvidar (o aprender a hacerlo) es crecer, te creo. Sin embargo no puedo evitar estar atrapado en este ciclo. Así como vos posteas sobre series viejas, constantemente me tropiezo con etapas de mi vida, algunas tan cortitas, otras tan largas que se combinan con otras y les sobreviven... Y encuentro que hasta la cosa más idiota que he hecho tiene explicación en lo que soy y cómo me comporto (pues lo uno en realidad es lo medible, lo tangible de lo otro), y, en consecuencia, aunque murmuro seguido "en qué estaba pensando..." cuando me recuerdan cosas vergonzosas del pasado, si sé en que estaba pensando, y es probable que aunque no haga lo mismo hoy en día, haga algo motivado por el mismo sentimiento o la misma convicción en algun código social, moral o ético, los mismos deseos o buscando el mismo resultado.

Y así... si un día me enamoré de alguien, las razones por las que lo hice sobreviven, aunque mi comportamiento cambie, tanto hacia la persona, como hacia lo que siento. Pues las razones siguen ahí de alguna manera.

Y no es que me esté excusando. Es solo que me conozco demasiado bien como para saber que, cuando entre al baño de acá a 10 años a lavarme la cara en medio de su fiesta de bodas, me sacudiré un poco y sonreiré avengonzado intentando sacudirme lo que siento por ella, pues, obvio, ya no será una opción abierta.

Y eso no me amarga :|