miércoles, abril 26, 2006

Lo que pasó en el colegio Cristo Rey

Acabo de leer el informe escrito (algo desorganizado) de un amigo sobre lo que pasó en el colegio Cristo Rey.

Solo queda por decir al respecto que, las medidas de seguridad en Bolivia las ponemos luego de la desgracia, no antes.

Todavía nos falta madurar =P

Falta que le hechen la culpa al gobierno, les encata hacerlo, es casi un pasatiempo departamental XD.

Diosita, una vez más...



He conseguido otra foto de ella.

Me pregunto por qué estaba tan callada hoy. Suele ser ruidosa, casi molesta =P

He pasado un buen día... ó__ò ?

sábado, abril 22, 2006

Megami, la chuñista*

 No era muy avanzada la mañana cuando prendiste la radio.

No, no te gusta la radio, y la sonrisa que esbozas no es tanto por la radio, que empieza a sonar tontamente, como si su tarea fuera la más importate de la tierra, sino por el horario. Has saltado las clases de las 7:30 y estas acurrucada en las gradas del primer descanso, llegando al primer piso, en el epicentro de tu colegio. Te sonríes como si tu proeza y el reto a la autoridad de tu colegio te hiciera una heroína. Y ciertamente todos nos hemos sentido así alguna vez...

Escuchas de mala gana la única radio que parece no estar dando noticias o poniendo canciones para viejos.

Mal, ¿cierto? No hay un programa que se llame "El Chuñista" y al que puedas acudir. En una sociedad que acepta sin más escándalo que alguien cante "reviéntale el buche, ¡toma!" todavía nadie se atreve a hacer un programa para los que se la han chuñeado...

Están llamando a la radio. Se te pasa por la mente presumir tu travesura llamando a la radio... pero como estás usando tu celular como radio... dejarías de escucharla.

Ponen una canción terriblemente melosa:

Me muero por conocerte, saber qué es lo que piensas,
abrir todas tus puertas y vencer esas tormentas
que nos quieran abatir, centrar en tus ojos mi mirada;
cantar contigo al alba...

No solo la canción es vieja, sino que es asquerosa. Pero no te queda otra, resulta que tu libro y tu GBA te los has dejado en casa. Termina la canción y el tipo que la ha pedido sigue en línea. "Pff, no solo cursi y con mal gusto, sino un vago sin nada mejor que hacer".

- ... pero, ahora si, ¡decinos el nombre de la persona a la que le dedicás la canción! -dice el conductor.
- ... Se llama Megami -dice el tipo, sin muchas ganas.
- Megumi! Bueno, a la señorita Megumi, un chico que se ha tomado la molestia de escuchar toda una canción colgado del teléfono para dedicarla! -el conductor pone alguno que otro efecto sonoro, suficiente para cambiar de radio si no fuera por que...
- Megami... -responde bajito el chico.

"Y... y... ¡yo me llamo Megami!", piensas. Te quedas a escuchar para ver dónde tienes una tocaya, o...

Ahora el punto. El rosado de tus mejillas, el resto de la cara que te ardía por un momento, puede haberse debido a dos razones. Quizás solo te pusiste en el lugar de la chica a la que le dedicaban la canción, y, por más melosa que sea, te sentiste por unos segundos halagada. O quizás sabes, en el fondo, que la canción era para vos, y la sonrisa que se dibuja en tu cara no es tanto de felicidad; sino por haber hecho, sin querer, otra travesura. Queda una tercera teoría, pero esa solo se me pasaba por la mente mientras colgaba el teléfono, y la verdad no sé si tiene sentido. Puede que ya lo sepas todo, pues uno no se ha estado comportando lo suficientemente discreto, y estés fingiendo la sonrisa de la persona que sabe que la canción era para ella (pero solo en el fondo), sonrojándote al mismo tiempo en el lugar de la tocaya que esté escuchando la radio, y piense que la canción era para ella.

Lssäs

*Kami= Dios
Megami= Diosa
Chuñista= El que no va a clases por voluntad propia y como pleno acto de rebeldía. (irse de pinta, ch'acharse...)

Diosita, de nuevo



Diosita. Su alegría y candidez me impactan.

Su tierno aire de superioridad que adopta a veces me recuerda que tiene mucho que aprender, quizás mucho que yo debo enseñarle.

Su mirada y esos dulces ojos grises me recuerdan la primera vez que la vi, y todo mi mundo era un manojo de nervios.

¿Por qué se cortó el pelo? Igual que yo, supongo que sus padres tuvieron que ver algo en eso.

Su belleza (last but not least), me recuerda lo perfecto que los productos de la naturaleza pueden ser, así, en su estado puro, sin pinturas ni máscaras, sin operaciones ni ropajes opulentos, solo ella.

Lo que me preocupa es que en esa foto aparenta ser menor de lo que es, y se puede malinterpretar... ya conozco a mis amigos ¬¬.

lunes, abril 17, 2006

Una mirada dentro de: "Nadie va a llorar"

... Levantó un poco más la cabeza, y vió su rostro. Mariana todavía dormía profundamente, y él no pensaba molestarle...

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Nadie va a llorar, Ep III

Nadie va a llorar

Ep III

Antonio despertó temprano, abriendo los ojos sin moverse. Por la ventana podía verse solo el cielo azul, y decidió que la monotonía del paisaje debía cambiar. Levantó un poco la cabeza, y las cúpulas de edificios, catedrales y árboles se presentaron de golpe, salpicando su día de vida. Estaba estúpidamente contemplativo hoy, se dijo.

En su cuarto había dos camas, la otra colocada transversalmente, con los pies acabando en la cabecera de la suya. Solo tuvo que bajar un poco la mirada para ver el bulto que se formaba en la cama. Levantó un poco más la cabeza, y vió su rostro. Mariana todavía dormía profundamente, y él no pensaba molestarle. Ayer hablaron mucho, y, con todo, parecía que el mundo de ella no tenía fin. Con cada pregunta se abrían nuevas puertas, nuevas experiencias, costumbres y realidades hasta ahora extrañas para él. Estaba extasiado, pero terriblemente confundido ¿De donde puede haber aparecido una chica tan joven y con experiencias de un mundo tan diferente, si, según él tenía entendido, ella toda su vida la había vivido por aquí? Se levantó.

Se puso las zapatillas deportivas más viejas que tenía y fué a mirar las fotos que su madre había colocado en la sala (pues nunca las había visto todas, se reservaba esa distracción para momentos como estos), entre otras cosas. Puso la cafetera al fuego y volvió a su cuarto.

Ella ya se había despertado, y estaba calzándose sus British Knights un poco atontada todavía. Le vió llegar y dejó lo que estaba haciendo para mirarle. El intercambio de miradas era pesado y ambos se debieron sentir tontos, pues ahogaron el silencio de inmediato.

- Ya te iba a buscar... ¿donde fuiste?
- A poner el desayuno -le respondió sonriendo.

Mariana fué por el cepillo y se quedó viendo el celular de Antonio.

- Vamos, que el café ya ha de estar listo...

Caminaron por los pasillos de su casa juntos un rato, esperando no encontrarse con su hermana.

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El día anterior hubo una pelea. Se llamó "Hasta Aquí la Gota que Rebasó el Vaso".

Hace tres días, cuando Mariana llegó agotada y maltrecha, nadie le podía creer eso de "me quedo a vivir contigo..." y menos la razón: "porque te quiero", excepto el idiota de Antonio. La hermana fué la primera en oponerse, y no le cabía en la cabeza que esa chica de pronto estuviese tan interesada en su hermano. En la noche de ese día hicieron las pases, y Antonio le ayudó a cargar algunas cosas de su casa, después de peleas y gritos de los padres de ambos.

Antonio prefería que ella se quedase en su casa, pero ella quería irse a vivir con él a toda costa (y cuando esos ojos suplican...); él accedió y hasta la defendió cuando su hermano le quiso pegar (había roto su Regla de Oro número tres: No meterse en asuntos familiares nunca). En la noche hubo otra pelea, aunque acabaron haciendo las pases rápido.

La noche siguiente volvieron los roces, esta vez por que a Mariana se le había sorprendido en el baño, a oscuras, a las tres de la mañana, cuchicheando y "se asustó terriblemente cuando entré y se puso repetir 'escóndanse!'"... Antonio no creía una sola palabra, y Mariana prefirió dormir lo que quedaba de la noche en el cuarto de su delatora, la hermana de Antonio. Y ayer llegó La Pelea.

La hermana de Antonio salió, como era su costumbre, a tomar un poco de agua y al baño. Entonces los vió de nuevo. En cuanto la vieron huyeron por donde pudieron, pero no lo suficientemente rápido. Coincidentemente el padre de Antonio estaba despierto todavía y escuchó el escándalo que hizo su hija, y fué corriendo a lo que prometía ser una prematura masacre (no eran ni las 11 de la noche).

A Antonio la sangre le hervía en la cabeza, la rabia y la premura le nublaban la vista, corría como podía mientras se vestía... y todo eso no se podía comparar a lo que pasaba a su lado, porque la vió. Los ojos le brillaban con ira y a ella no le importaba estar en camisón y descalza, y salió antes qué él, con la cara lívida y... se le podían ver los dientes. Era una leona.

Los detuvo y hasta saltó encima del padre de Antonio justo cuando estaban en medio de la matanza, el tipo concentrado y la chica con una media sonrisa, mezcla de satisfacción y alivio.

Nunca había visto alguien entre su gente que lo entienda como ella, una reacción como la suya... era perfecta. Los defendió como un león.

La mirada de ella y de su hermana chocaban, mientras él revisaba quienes estaban con vida, y ayudaba a escapar a otros... ellas se gritaron de todo, él solo abrazaba a Mariana, feliz y casi al borde de las lágrimas. Solo había muerto uno.

Se fueron a su cuarto luego de que todo acabó y se echaron en la misma cama, mirándose y sonriéndose cómplices. Antonio se durmió mirándola. Ella cerró los ojos y sonrió.

Había valido la pena. Tuvo que correr como endemoniada esa noche, llevar a cabo el ritual encima de una cama, casi la ven, y tomar ese cuerpo causó tanto escándalo que tuvo que decirles a los padres de ella que había soñado que una cucaracha la poseía...

Su gente ahora estaba segura, la hermana de Antonio no volvería a masacrar a sus amigos cuando los vea corriendo en las paredes del baño, ella estaría para siempre con él, podría hablarles de noche, había cumplido su misión...

Nadie extrañaría a la otra chica, que las cucarachas de la calle le habían contado que era déspota y prepotente, abusiva y desconsiderada con animales más pequeños que ella... nunca sabrían que ya no esta, pensarán que solo ha cambiado su forma de ser; y nadie va a llorar por eso...

Ep II

Nadie va a llorar

Ep II

El camino le dolía en sus entumecidos miembros, parecía no acabar nunca, aunque se movía con agilidad.

Llegó a una comunidad parecida a la suya, o eso creyó ella, según lo que le habían contado. Escuchó el ruido típico de sus actividades nocturnas y se acercó a paso ligero mientras murmuraba y se movía de la manera en la que se debía de mover en esos casos para no ser atacada por los guardias, si es que los códigos eran los mismos que entre su gente. Ellos la vieron llegar y la recibieron con frialdad y muy formales. Se sintió en casa, pues las cosas no eran diferentes entre los suyos.

Les explicó un poco de su alocado plan, no parecieron entender a qué iba todo ese esfuerzo, hasta que les contó que era la líder de su pueblo, su misión, y cómo era él.

No pasó mucho tiempo, le dieron un poco de comer, y le asignaron un fuerte, grande y ágil escolta, de lustrosa coraza, bien alimentado y con espléndidas extremidades, terriblemente rápido.

Comenzaron por una nueva senda, alumbrada extrañamente, casas inmensas lejos a cada lado. Se fatigaba intentando mantener el paso del escolta, mientras este remontaba por el camino, rápido e infatigable. Después de lo que le pareció más tiempo del que nunca había caminado en su vida, menos corrido, llegaron. Amanecía.

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Allá donde vivía él, allá donde vivía su pueblo, una desgracia. Al parecer la señorita, hermana de él, se había levantado de noche a dar un paseo. Les vio mientras daba un paseo.

¿No tenían ellos el mismo derecho que "la señorita" a estar ahí? Pensaba que no. Armó un escándalo casi al momento y ellos corrieron por donde pudieron, poniéndose a resguardo de una histeria y una ira que anunciaban problemas.

Quizá él venía a salvarles, corriendo y vistiéndose en medio de la noche, pensaron algunos, aunque nunca pudieron verle. Llegó cuando su hermana y dos tíos los estaban masacrando. Varios ya habían muerto.

- Es que no puedo... no sé... sé que son inofensivos... pero... es solo que simplemente no puedo verles... estaban por todos lados y me puse muy nerviosa... -murmuraba la chica. En vano él le reprendía de nuevo.

Quizás esa noche hubieran acabado con todos los que rondaban por ahí de no haber sido por él. La anciana, que por cierto estaba muy herida, pensó que la chica había hecho lo correcto en no actuar esa noche.

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A la mañana siguiente él se levantó algo tarde, cansado y apesadumbrado por la noche pasada.

Se vistió lento y salió a caminar por los pasillos de su casa, luego salió y se puso a pasear, bajando y mirando sin poner mucha atención todo aquello, que un día sería suyo. Llegó, por fin, a los lindes de su casa, "la casa de aquellos que tanto sufren, y que no pueden reclamar como suya, aunque estén viviendo acá desde hace tantas generaciones...", meditaba y se apenaba solo mientras miraba carros acercarse a lo lejos. De pronto todo se le borró de la mente casi instantáneamente. Se la veía venir a lo lejos.

- ¿Se... será posible?... -contenía el aliento, buscando palabras para salir de su incómodo trance. La chica que lo obsesionaba, su pequeña diosa, se acercaba con paso vacilante, y él no podía salir de su asombro.

Tenía la apariencia de alguien que ha caminado por horas. Los zapatos con algo de polvo encima, las ropas arrugadas y sudadas, los pasos algo vacilantes, sus cabellos pegados a la frente bañada en sudor y la mirada apagada, cansada. Jadeando, se acercó, y le miró, moviendo un poquito la cabeza de un lado a otro, mientras parecía esperar que sus cabellos se alargasen y pudieran tocar el suelo, las paredes... a él...

- Me... me perdí mientras intentaba llegar aquí... -dijo, hablando español con un acento extraño, no tanto como un extranjero, más bien un poco peculiar.

A él le pareció extraño que viniese, que le hablase, que se haya perdido... Todo ¿Por qué, se dijo, no vino en un carro, aunque no era tan lejos, si es que se podía perder? Inmediatamente se acordó que la principal pregunta y la razón por la que él estaba tan sorprendido aún no tenía explicación: ¿Por qué había venido?

- Ah... uhm... ¿qué deseas? uhm... - la miró nervioso.

Ella abrió un poquito los ojos, esos ojos preciosos, grises, tristes, meditabundos y tan expresivos, y él se derritió. Se sonrió y sonrojó luego, mirándolo nerviosa. Lo abrazó tímidamente.

Estaba paralizado. No creía que hubiera humano con más suerte que él en la tierra. Y probablemente así era.

Ella sonreía mientras apoyaba suavemente su frente en su hombro izquierdo. Había cumplido con su promesa. Había llegado.

Nadie va a llorar

Ep I

Ella lo observaba, como siempre, mientras él, en medio de esas infernales noches de verano, se mojaba la cabeza.

No es que le espiara en el baño... es que ella siempre andaba por ahí a esas horas, y...

¿Qué le atraía de él? No era especialmente atractivo entre los de su clase, aunque no podría decirlo con mucha certeza, pues él y su padre era a los únicos que veía seguido.

Era su gentileza, o su bondad. Como ningún otro, defendía a su pueblo, a su gente, y les trataba con la mayor gentileza, sin que por ello, en realidad, estuviese muy interesado en ellos. Su padre era dueño de ese lugar donde todo su pueblo vivía, una extensa heredad que ella nunca se había atrevido a recorrer sola, y él hacía todo lo que podía por defenderlos de los arranques de su familia e inclusive amigos y conocidos, que parecían hasta tenerles asco.

A veces se decía que era una simple gratitud exagerada, pero luego no le importaba, y le veía de día oculta entre las sombras y de noche tímidamente le espiaba mientras se mojaba la cabeza o tomaba un baño.

Él la había visto, una vez, cuando era todavía muy chiquita. La había mirado con indiferencia, entre un montón de otros pequeños de su clase, pero ella ya sabía de él. No es que fuera muy mayor que ella, se podría decir que tenían el reloj biológico casi igualado, pero tenía mucha más experiencia.

A veces, cuando le veía, no podía evitar agachar la mirada y sentirse acongojada, pues nunca se fijaría en ella. Andaba tonto por una chica que vivía algo cerca.

- ... esbelta, y grácil, de un rostro celestial y unos ojos embrujantes, frágil en apariencia, pero valiente y osada, con largos y sedosos cabellos castaño/rubios, unos labios perfectos y un porte elegante y versátil a la ocasión... -Todo eso le había escuchado decir una vez, y ya no quiso seguir escuchando, mientras seguramente continuó por horas y horas esa descripción de lo que (para él) era la precencia de la perfección sobrenatural en la tierra.

Él estaba enamorado de esa chica (quizás obsesionado), y ella, aunque no lo quería admitir, estaba enamorada de él (o quizás solo obsesionada).

Su tiempo se acercaba, ella esperaba ansiosa. Su familia en particular había heredado de generación en generación el liderazgo de su gente. Su tío abuelo se lo había heredado a su sobrina, pues no iba a tener hijos, y esa sobrina, que era su tía, se lo había heredado a ella, pues tampoco iba a tener hijos. No entre su gente, y ese era su destino como líder. Ahora le tocaba.

Tiempo después, llegó el día; bueno, en realidad la noche. Esa noche él se bañaba, y ella, junto a una vieja, esperaban cerca. Llegó el momento en que él se puso encima esa extraña espuma blanca que deja a su gente ciega por unos momentos, y, a una orden de la vieja, ella avanzó con cautela.

- Debes tomar su cuerpo, debes tenerlo, ha llegado el tiempo -le murmuraba la vieja. Sin embargo a cada paso parecía ponerse más nerviosa, y terriblemente triste.

El lugar estaba mojado, y ella no podía caminar bien, pero pronto llegó a su lado. Él estaba todavía con lo ojos cerrados cuando sintió una especie de pellizco suave en el empeine, pero continuó lavandose la cabeza concienzudamente. Cuando abrió los ojos no había nadie.

- ... this is true love makin', this is true love makin'... I know that... -continuó murmurando la letra de una canción mientras disfrutaba de su baño y observó las caprichosas formas que tenía el agua al dispersarse en el suelo- Baby the true love, for you... -Nada raro le pasó esa noche.

Un poco apartadas, en medio de la oscuridad, ella miraba avergonzada el piso, mientras la vieja le miraba compasiva.

- ¿No quieres tomarlo así, no? -le dijo luego de que él salió y se fué a dormir- No quieres tomarlo de esta forma, ¿verdad? Sé lo que sientes, y aunque no es propio de nuestro pueblo, sé que no quieres perderlo, como aliado nuestro, como nuestro bienhechor, y tu lo quieres a tu lado... ¿no?

Ella sabía el castigo por este tipo de cambios en los planes, y aunque continuaba escuchando, empezaba a elaborar un plan en su mente a marchas forzadas.

- Debes irte ahora, pues no puedes regresar con nosotros -le dijo la vieja- la gente probablemente no sepa en un principio si fracasaste o no, y eso te dará tiempo.

Después de observar con gratitud y conmovida a la vieja, se puso en marcha. Sabía lo que tenía que hacer, cómo hacerlo, los que le enseñaría el camino... pero era muy lejos, y ella no sabía por qué rumbo comenzar.

El amanecer todavía no estaba cerca, y mientras él terminaba de leer algo en su cuarto y se dormía soñando quizás con la musa que lo obsesionaba, ella salía de esos territorios, esos de los que nunca había salido, y se internaba en tierras desconocidas.

Caminando por caminos nuevos, por sendas extrañas para ella, en la noche alumbrada por inexplicables lunas y nubes amarillas, se despidió de su amado en silencio y rogó por que su descabellado plan funcione.