lunes, abril 17, 2006

Nadie va a llorar, Ep III

Nadie va a llorar

Ep III

Antonio despertó temprano, abriendo los ojos sin moverse. Por la ventana podía verse solo el cielo azul, y decidió que la monotonía del paisaje debía cambiar. Levantó un poco la cabeza, y las cúpulas de edificios, catedrales y árboles se presentaron de golpe, salpicando su día de vida. Estaba estúpidamente contemplativo hoy, se dijo.

En su cuarto había dos camas, la otra colocada transversalmente, con los pies acabando en la cabecera de la suya. Solo tuvo que bajar un poco la mirada para ver el bulto que se formaba en la cama. Levantó un poco más la cabeza, y vió su rostro. Mariana todavía dormía profundamente, y él no pensaba molestarle. Ayer hablaron mucho, y, con todo, parecía que el mundo de ella no tenía fin. Con cada pregunta se abrían nuevas puertas, nuevas experiencias, costumbres y realidades hasta ahora extrañas para él. Estaba extasiado, pero terriblemente confundido ¿De donde puede haber aparecido una chica tan joven y con experiencias de un mundo tan diferente, si, según él tenía entendido, ella toda su vida la había vivido por aquí? Se levantó.

Se puso las zapatillas deportivas más viejas que tenía y fué a mirar las fotos que su madre había colocado en la sala (pues nunca las había visto todas, se reservaba esa distracción para momentos como estos), entre otras cosas. Puso la cafetera al fuego y volvió a su cuarto.

Ella ya se había despertado, y estaba calzándose sus British Knights un poco atontada todavía. Le vió llegar y dejó lo que estaba haciendo para mirarle. El intercambio de miradas era pesado y ambos se debieron sentir tontos, pues ahogaron el silencio de inmediato.

- Ya te iba a buscar... ¿donde fuiste?
- A poner el desayuno -le respondió sonriendo.

Mariana fué por el cepillo y se quedó viendo el celular de Antonio.

- Vamos, que el café ya ha de estar listo...

Caminaron por los pasillos de su casa juntos un rato, esperando no encontrarse con su hermana.

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El día anterior hubo una pelea. Se llamó "Hasta Aquí la Gota que Rebasó el Vaso".

Hace tres días, cuando Mariana llegó agotada y maltrecha, nadie le podía creer eso de "me quedo a vivir contigo..." y menos la razón: "porque te quiero", excepto el idiota de Antonio. La hermana fué la primera en oponerse, y no le cabía en la cabeza que esa chica de pronto estuviese tan interesada en su hermano. En la noche de ese día hicieron las pases, y Antonio le ayudó a cargar algunas cosas de su casa, después de peleas y gritos de los padres de ambos.

Antonio prefería que ella se quedase en su casa, pero ella quería irse a vivir con él a toda costa (y cuando esos ojos suplican...); él accedió y hasta la defendió cuando su hermano le quiso pegar (había roto su Regla de Oro número tres: No meterse en asuntos familiares nunca). En la noche hubo otra pelea, aunque acabaron haciendo las pases rápido.

La noche siguiente volvieron los roces, esta vez por que a Mariana se le había sorprendido en el baño, a oscuras, a las tres de la mañana, cuchicheando y "se asustó terriblemente cuando entré y se puso repetir 'escóndanse!'"... Antonio no creía una sola palabra, y Mariana prefirió dormir lo que quedaba de la noche en el cuarto de su delatora, la hermana de Antonio. Y ayer llegó La Pelea.

La hermana de Antonio salió, como era su costumbre, a tomar un poco de agua y al baño. Entonces los vió de nuevo. En cuanto la vieron huyeron por donde pudieron, pero no lo suficientemente rápido. Coincidentemente el padre de Antonio estaba despierto todavía y escuchó el escándalo que hizo su hija, y fué corriendo a lo que prometía ser una prematura masacre (no eran ni las 11 de la noche).

A Antonio la sangre le hervía en la cabeza, la rabia y la premura le nublaban la vista, corría como podía mientras se vestía... y todo eso no se podía comparar a lo que pasaba a su lado, porque la vió. Los ojos le brillaban con ira y a ella no le importaba estar en camisón y descalza, y salió antes qué él, con la cara lívida y... se le podían ver los dientes. Era una leona.

Los detuvo y hasta saltó encima del padre de Antonio justo cuando estaban en medio de la matanza, el tipo concentrado y la chica con una media sonrisa, mezcla de satisfacción y alivio.

Nunca había visto alguien entre su gente que lo entienda como ella, una reacción como la suya... era perfecta. Los defendió como un león.

La mirada de ella y de su hermana chocaban, mientras él revisaba quienes estaban con vida, y ayudaba a escapar a otros... ellas se gritaron de todo, él solo abrazaba a Mariana, feliz y casi al borde de las lágrimas. Solo había muerto uno.

Se fueron a su cuarto luego de que todo acabó y se echaron en la misma cama, mirándose y sonriéndose cómplices. Antonio se durmió mirándola. Ella cerró los ojos y sonrió.

Había valido la pena. Tuvo que correr como endemoniada esa noche, llevar a cabo el ritual encima de una cama, casi la ven, y tomar ese cuerpo causó tanto escándalo que tuvo que decirles a los padres de ella que había soñado que una cucaracha la poseía...

Su gente ahora estaba segura, la hermana de Antonio no volvería a masacrar a sus amigos cuando los vea corriendo en las paredes del baño, ella estaría para siempre con él, podría hablarles de noche, había cumplido su misión...

Nadie extrañaría a la otra chica, que las cucarachas de la calle le habían contado que era déspota y prepotente, abusiva y desconsiderada con animales más pequeños que ella... nunca sabrían que ya no esta, pensarán que solo ha cambiado su forma de ser; y nadie va a llorar por eso...

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