viernes, marzo 11, 2005

El remolino de viento, y el molino de arena

Bueno, qué les puedo decir. En este país el viento sopla por donde le dá la gana, y no puedo evitar sentirme frustrado por eso. No quería (ni necesitaba) grano, ni menos enegía eléctrica, pero siempre estube enamorado de los molinos de viento. Bueno, se ven bien, ¿a que no?
Pero nunca se pudo hacer funcionar uno en estos parajes, salvajes como sus hombres, que decidieron ponerse faldas solo por que el resto se ponía pantalones (y cuando, tres siglos después todos andaban desnudos, excepto por una microfalda, ellos decidieron usar ropas que les cubrían todo el cuerpo...).
Entonces pensé en aprovechar la energía natural par ahacer funcionar las aspas de lo molinos. Utilicé el agua. Pero el viento me voltea las aspas, y el agua se arremolina alrededor del molino, al no poder hacerlo girar, y lo derrumba sobre la propiedad del estado: infracción de 100 misks (moneda mundial).
Pero entonces... un río más fuerte... no, no sirve, la destrucción es peor. Bueno, entonces el material debe de ser mas fuerte.
Construí un molino metálico, que, tirado por caballos, gira un par de veces antes de girar en otra dirección, y casi ahorcar a los pobres animalitos que me prestaron inocentemente su fuerza. Bueno, que fuerza mejor que la suprema de esta tierra, pensé finalmente.
Un sistema lo suficientemente ancho, y con mecanismos sellados de manera que ningún agente externo pueda meterse dentro de estos... listo. el molino puede funcionar con la cascada de arena.
¿Una cascada de arena? Por supuesto. La arena es llevada por el viento a traves de una pendiente, desde la que cae con fuerza y en cantidades increíbles, generando con su peso una fuerza superior a la del río más caudaloso de la zona. No, no se acaba la arena. Esta misma, después de caer, es llevada por el viento un poco al oeste, y ahí, el Gushfa, el tornado eterno del desierto, lo lleva de nuevo al norte, desde donde los vientos de nuevo lo conducen con dirección sur, hasta la cascada. Por fin, uno de los parajes más exóticos, y los preciosos molinos de viento girando con fuerza, cierta gracia femenina, y con el vigor y la terquedad masculina... a verlo, a verlo...
Nah, no se ve bien, creo que lo voy a desmontar.

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