martes, abril 19, 2005

Uno solo, aunque partido igual daba...

La incompleta muestra de una vida le servía a la gente para elaborar los ya dogmáticos prejuicios sobre este tipo. No es que me enoje con él, pero creo que debería defender su imagen... claro que no creo que lo haga sin motivo; es más, confío en que tenga un plan maestro, uno de esos planes que no se ven venir, y de pronto... plaf! te golpean la cara con violencia, mientras no sabes, aturdido, qué es lo que te espera después de esa blanquesina luz que te envuelve luego se semejantes golpes.
No es fácil dormir con ese tipo en la habitación contigua. Empieza a hablar solo, y en menos de media hora esta gritando, y maldiciendo. Lo peor es que habla en voces. Ah, eso es algo que tengo que aclarar.
No le entedí bien la explicación que me dió una mañana que murmuró algo y me quedé mirándolo. "Disculpe, es que yo hablo en voces", se limitó a decir, con esa cansina sonrisa que tiene.
La siguiente vez que le ví no pude ocultar mi curiosidad sobre eso de "hablar en voces", sin embargo resultó siendo más simple de lo que me esperaba, y es que tan solo se refería a que él conocía 8 idiomas y, viviendo en esta pequeña ciudad, y en ese cuarto que tiene paredes tan gruesas como una galleta (y tal vez el tamaño de un paquete de estas), no podía practicar mas que consigo mismo las "voces" que conocía. Me dolió en lo más profundo del ego el haber perdido mi tiempo obsesionándome con un detalle como "yo hablo en voces". Sin embargo mi interés empezó a crecer de nuevo cuando empecé a entender algunas de las "voces" en las que hablaba. Al pricipio creí que él no conocía bien las "voces" en las que hablaba, pues constantemente cortaba el flujo de sus monólogos, o comenzaba otros sin sentido. A veces incluso relataba historias que se inventaba a medida que las iba diciendo. Otras, tan solo palabras inconexas, horas y horas. Yo entendía, un poco, el latín, por que al principio hablaba lentito, caso como recitando para un anciano, pero luego, como el carro de la montaña rusa que sube lentamente hasta la cima más alta, de pronto comenzaba a hablar con una velocidad increíble, hasta que se le apagaba la voz, y tan solo el jadeo acompañaba "voces" en varios idiomas, que parecían invocar de nuevo fuerzas. El silencio, y después el monologo, como el río, sereno y lleno de vida, una vida fascinante.
No entedía al menos 5 de los idiomas que hablaba, y supe entender que eran 5, aunque en un principio no podía decir con certeza cuantos eran. Fuí, por lo menos, entendiendo las características de cada uno, si bien no me ayudaba para entenderlos. Entonces supe que eran 5. Y los que yo entendía: el francés, el alemán, el inglés, y el castellano. ¡son 4! Como sea.
*-*

Entonces empecé a pensar en las utilidades de entender las voces que él emitía... no encontré ninguna, sin embargo, y a pesar de que el sueño me embargaba todo proyecto a veces, duraba hasta el último segundo, sacrificando mis fuerzas, para intentar atender a los monólogos de mi compañero del cuarto contíguo. Creía haber entendido un día que sus charlas giraban en torno a un tema en específico, cuando ¡PAM! cambiaba, y de nuevo era un sufrimiento averiguar de qué hablaba, horas y horas, conbinando los idiomas, parando de vez en cuando, cambiando de idioma con naturalidad y con cierta elegancia, suavemente, conectando idiomas que se parecían, de modo que no podías decir con certeza en qué momento había cambiado de lengua... y como sea, me ocupé un tiempo de eso, mientras no le conocía. Pero eso cambiaría, y eso es lo que me falta relatar.
Le veía en el campus de la Universidad, pero no pensaba que eso me ayudaría a comprenderlo...
*-*

Bueno, y eso es lo que podemos llamar el inconcluso monólogo de la desgracia.
Podía dividir en unos 4 tipos o algo por el estilo los discursos de mi compañero: El monólogo de la desgracia, el de la destrucción, el de la alegre melancolía, y el de la paz antes de la guerra. Hoy pude oír un ejemplar monólogo de la desgracia, y bueno, no lloré solo porque no ha llorado en años, en bastantes años.
Como sea, estaba contando como lo conocí. Lo ví en la universidad, cosa que no es que extrañar (me refiero a como lo conocí). Y bueno, días de fiesta y días de elecciones garantizaron una tranquilidad incómoda en la universidad; y esa especie de cucarachas, que se conocen como "nerds", que se entierran desesperados debajo de los libros cuando la luz del sol les puede dar, corrían desesperados de biblioteca en aula, y de cafetería en sala de reuniones. En una de esas mañanas puerilmente cristalinas, y cuando el día estaba perfilándose un poco extraño, él apareció haciéndolo un poco más. Y bueno, luego averigué que sus "clases" cosas que solía dar a un grupito, eran una especie de monólogos, monólogos que no se parecían a los nocturnos, pero que sin duda guardaban ese estilo tan suyo.
Supe conocer en él escasas ganas de enseñar, en realidad parecía presumir lo que sabía. Si uno quería aprender algo, era investigación, y la práctica era oír hablar a este espectáculo caminante, ese ente embutido en chalecos elegantemente apolillados (era una dignidad tal...).
Le hablé después de uno de esos tediosos monólogos, en los que no hacía más que explicar curiosidades de idiomas y costumbres de vida de la población que usaba ese idioma. Esperaba una misteriosa respuesta, pero toda la información que me dió fué mecánica, algo que me dolió algo, pues creía hacerle preguntas únicas y ocurrentes, y él respondía sin esfuerzo, como una entrevista rutinaria de trabajo...
Luego le saludaba en los corredores, pero rara vez podía hablar un tiempito con él, lo único que pedía.
*-*
Se registra en criptología...

Entonces no creí que fuera tan grave, digo, al fin y al cabo, siempre me da curiosidad esos tipitos... desde que era un chico, pero en realidad a veces no podía pormir pensando en la malignidad, en la condescendencia, en la tolerancia, y todo estúpidamente alterado por horas de monólogos que me flotaban alrededor, que gritaban cuando estaba por caer dormido, que me perseguían en sueños, que me motivaban a escribir extrañas inscripciones (en las que el grupito de novatos de egiptología de la carrera de Lingüísitica se divertían descifrando). Caminaba un día oscuro, hanendo camino de mi casa, y sentí a alguien corriendo detrás. De pronto, vino hacia mí. Me sacudió el hecho de que esta vez no era esa cansina, irrealmente ronca y algo baja voz; sino clara, vibrante, y hasta algo quebradiza. Dijo mi nombre. Me resultaba extraño, la voz de aquel tipo embutido en esos trajes tan viejos, de pronto era la voz de una mujer, mucho más joven, pero no menos de 4 años mayor que yo.
Me parecía inclinada a besarme, o fué lo que de pronto supe que yo quería. Me encantaba la personalidad de ese tipo, y ser su amigo era una cosa que no deseaba, por que pensaba en él como algo más que un amigo, sino un líder, un extraño lider, que de destrucción y persecución ultima el ensamblaje de una nueva manera de ver cosas que parecían tan evidentes... Líder que ahora era mujer, a la que ahora deseaba con animal pasión, y que me tenía al borde del crimen.
Temblaron sus labios, y ella me miraba llorando. Perdí algo de mí en ese intante.
*-*
Un, dos...
¿Qué me dijo después de haberme llamado por mi nombre, regresándome de donde demonios estuviera, mientras mi cuerpo arrastraba un par de piernas por ese camino que, extrañamente, era el único que se llenaba de barro en todo el lugar?
- "Dos, uno de ellos El Mejor, y uno se quedó sentado al lado del otro.
"No querrías saber, le dijo a un tercero que se acercó, acerca de este corazón... ¡Mucha pena me dá tener que decirte que no tengo!" -dijo ella, y levantó los brazos, tal como me la había imaginado en su cuarto noche tras noche- "Casi de noche, cuando no queda que comer, no tengo otro remedio que almorzar lo que debería ya haber acabado, y vuelvo a revolcarme en el mismo lodo, no creo que quieras saber de ese olor" -ella hablaba una especie de... latín-francés-con-toques-de-español- "Me conformo con no tener que decirte lo que de verdad se me pasa por la cabeza -dijo el mejor, de entre ellos el tercero, para ahora-. Casi no tengo inventiva, y se me agotan las mentiras; me quieres delatar, y yo no te conozco, pero a tu regazo apoyo mi cabeza, y siento que mis propias lágrimas pesan como ajenas -En este punto el otro no quería dejarse ir por la emoción del momento, y dijo-. ¿Quieres entonces de una vez decirme, qué almuerzo, qué lodo, qué corazón, qué verdad, qué cabeza, qué lágrimas, y cual regazo? No tengo regazo para tí -el primero, que ahora era el mejor, apoyó la cabeza en un arbol, y le dijo al tercero, que fuera el mejor-. Nunca te quise decir, pero la inventiva salía del lodo que comes, y comes con las manos. Las lágrimas las sientes ajenas, por que no tienes cabeza, ni ojos, y menos lágrimas, ante tus pequeñas y mis grandes mentiras, no supe más que llorar, mientras dormías sobre un tronco enmohecido (tal era el regazo del que hablabas) -Entonces el tercero, después de callar, se puso segundo y dijo-. Eso, mi amigo me sigue sonando como una más de mis mentiras. ¿Tan hábilmente has copiado mi estilo? Si lo que dices fuera cierto... ¡Como puedo ver!" -ella se quedó quieta un instante, mientras la lluvia caía elegantemente sobre la capa gruesa que llevaba, ondeando, con todo y la lluvia- "No ves, y he ahí la más grande de las mentiras que te he contado, aquella eterna oscuridad que no puedes conocer más que conceptualmente es el escenario de lo que la desenfrenada inventiva que obliga a ver te susurra a los oídos, que si te sirven; y no me preguntes del mar, que nunca existió uno, te lo has inventado".
En este punto yo no sabía de qué demonios hablaba ella, pero sabía que ella estaba relatando algo que en algún lugar antes se había dicho, pues este no era el estilo de sus monólogos inventados, sino parecido a lo que dice en sus "clases".
- "Con ese comentario -continuó diciendo- los otros dos subieron tanto, que, si hubiera habido alguien más que los tres, el que fuera el primero no hubiera quedado ni en último lugar. Pero él solo descansaba un instante, y, subiendo todavía más alto que los otros dos, respondió -No tengo oídos, y ustedes no existen, tan solo por que ese silencio me ha matado siempre, los inventé".
"Tal es la gracia del concurso de las mentiras en tierras altas, al norte del bosque de los empalados" -ella calló un momento, y luego dijo, como si nada- Este relato lo contaban en el norte de Valaquia a los niños, antes de dormir. Me pregunto si se dormían con eso en la cabeza... Pero, yo no puedo dormir, y tu tampoco. La culpa era de la pared. Esa pared es la ceguera que nos despertaba la imaginación, y cuantas veces no me había imaginado tu rostro y tus expresiones, mientras hablaba y hablaba, y supe que no te molestaba... hasta que empecé a fantasear...
Mi pulso iba rápido y solo tenía lodo por todo mi cuerpo; la peor armadura contra la tentación de mi vida.
*-*

Una de muchas

Hasta aquí llega la historia, a partir de ese entonces, nada de lo que pueda relatar parece ser real, y menos ficticio. Corrí, corrí con todas mis fuerzas, espantado por la fuerza y el tamaño de ella. Aunque quebradiza y algo frágil, tremenda y terrible, mirándome desde arriba.
No creo que se haya mudado, ni creo que se haya callado, es solo que no quiero oír lo que dice, a tal grado que mi mente ha acallado sus monólogos... y de día, como el cruel ataque de la locura más inoportuna, me llegan, palabra por palabra, frases inconexas, el eco de su voz, una aterradora grabación exacta y completamente sensible de lo que seguramente intenté no escuchar la noche anterior.
Otras veces despierto con ella a lado. Abrazándome, y murmurando en varios idiomas, y caigo de nuevo dormido, y me encuentro luego en los lugares más extraños, y... ahora no sé si duermo de día o de noche, si lo que pasa es verdad o mentira, y de lo único que tengo certeza, persiguiéndome en todas las situaciones, es de las voces, que ahora me llaman maestro, de las clases, a las que ahora me dirijo yo. Me dá miedo ir al cuarto que ella ocupaba, por miedo a comprobar que, ahora que lo pienso bien, nunca existió.

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