miércoles, abril 20, 2005

Recreación, y reajuste... naa

El remolino de viento, y el molino de arena
Bueno, qué les puedo decir. En este país el viento sopla por donde le dá la gana, y no puedo evitar sentirme frustrado por eso. No quería (ni necesitaba) grano, ni menos enegía eléctrica, pero siempre estube enamorado de los molinos de viento. Bueno, se ven bien, ¿a que no?
Pero nunca se pudo hacer funcionar uno en estos parajes, salvajes como sus hombres, que decidieron ponerse faldas solo por que el resto se ponía pantalones (y cuando, tres siglos después todos andaban desnudos, excepto por una microfalda, ellos decidieron usar ropas que les cubrían todo el cuerpo...).
Entonces pensé en aprovechar la energía natural par ahacer funcionar las aspas de lo molinos. Utilicé el agua. Pero el viento me voltea las aspas, y el agua se arremolina alrededor del molino, al no poder hacerlo girar, y lo derrumba sobre la propiedad del estado: infracción de 100 misks (moneda mundial).
Pero entonces... un río más fuerte... no, no sirve, la destrucción es peor. Bueno, entonces el material debe de ser mas fuerte.
Construí un molino metálico, que, tirado por caballos, gira un par de veces antes de girar en otra dirección, y casi ahorcar a los pobres animalitos que me prestaron inocentemente su fuerza. Bueno, que fuerza mejor que la suprema de esta tierra, pensé finalmente.
Un sistema lo suficientemente ancho, y con mecanismos sellados de manera que ningún agente externo pueda meterse dentro de estos... listo. el molino puede funcionar con la cascada de arena.
¿Una cascada de arena? Por supuesto. La arena es llevada por el viento a traves de una pendiente, desde la que cae con fuerza y en cantidades increíbles, generando con su peso una fuerza superior a la del río más caudaloso de la zona. No, no se acaba la arena. Esta misma, después de caer, es llevada por el viento un poco al oeste, y ahí, el Gushfa, el tornado eterno del desierto, lo lleva de nuevo al norte, desde donde los vientos de nuevo lo conducen con dirección sur, hasta la cascada. Por fin, uno de los parajes más exóticos, y los preciosos molinos de viento girando con fuerza, cierta gracia femenina, y con el vigor y la terquedad masculina... a verlo, a verlo...
Nah, no se ve bien, creo que lo voy a desmontar.

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Te veo... te sigo viendo... todavía te puedo ver...
En esas noches, cuando se me condiciona el ánimo, no puedo evitarlo. Te veo, recostada en tu cama, tal vez en la mano un libro, tal vez solo mirando los intrincados laberintos y pasajes de lo que se supone que tendría que ser un liso cielo raso, o quizá soñando con alguien que no quiero conocer, tal vez viendo tu televisión, recostada, en fin. Los cabellos suavemente esparcidos sobre tu almohada, creándote una inmensa y extravagante corona, aquella que yo te he dado, y me aterroriza la idea de que te quieres cortar el pelo. Tu cuerpo, delicadamente cubierto con esa pijama que más parece el traje de un hombre. Tu, in extenso, larga cual eres, o acurrucándote, mientras te niegas caprichosamente a cerrar tu ventana. Flexionas tus piernas, y disfrutas frotándote contra las suaves sábanas de tu cama de princesa. Te veo, una valiente lágrima corriendo por tu rostro, que siempre intentas mantener alegre o frío, y no puedo evitar el enternecerme, mientras, como un gatito, te frotas, y te acomodas para dormir. Pero no duermes, y, en esas noches de insomio, te acompaña mi mirada, que te veo desde donde puedo, que te pienso con fuerza. En esas noches, cuando se me condiciona el ánimo, admito, sigo enamorado de tí.
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ghost"havemyseal"
El intenso hedor de lo que no hicimos nos ahogó hasta que no pudimos respirar, pero así y todo, como escoria que somos, sobrevivimos, y te contamos ahora con lujo de detalles que no podemos decirte más que mentiras. ¿Te he confundido? bueno, es que no puedo ni siquiera despejarme yo mismo. He sostenido una reunión algo larga, y en ciertas partes, que para ahora preferiría olvidar, se ha intrincado tanto, pero tanto, que me ha dejado pensando en mí mismo.
No pretendo torturarte de nuevo con otra apagada retórica sobre lo que me empequeñece y lo que me agranda, sobre lo que me enaltece y lo que me humilla. Solo que a veces no puedo estar más tiempo callado; y entonces me pongo a pensar que no tengo otra que escribir esto, en espera de que lo leas, cuando tengas tiempo. Si, sé que muchas veces murmuro mientras escribo, o me pongo a escribir algunas de las cosas que te estoy diciendo, mientras me exiges, como es natural en la gente, que te mire a la cara y te hable con el corazón en la mano, o por lo menos con sinceridad y gentileza.
Pero me conoces, y ya no lo esperas como algo obvio, como algo natural y consecuente, sino como algo que debes implorar en mi. Y no estas dispuesta a implorar, nunca, y eso me gusta de ti.
El amor que una vez dijiste sentir por Huyvehn es ahora solo un recuerdo. ¿No se llamaba así? Si, lo sé, prefiero decirle así. He preferido olvidar su nombre, y debes agradecer que así sea. No te amenazo, lo sé, eres más fuerte que yo, y no me amilano al decir esto, pues aún sé que papel jugamos en esto ambos, y como no puedes prescindir de mi.
¿Que soy un obsesivo y egoísta? ¿Que soy despreciable y todo lo que digo gira en el "Yo" tanto como los discursos religiosos giran en torno al concepto de divinidad? No has estado ahí dentro, y no puedes imaginarte lo que he soportado. Esto no es nada, tus recriminaciones no me llegan, tus arengas ahora son una suave caricia, pues siento un inmenso fuego en cada palabra, y entibias mis congelados huesos.
Sé que finges cuando te retuerces para evitarme, como sé que te puedes soltar fácilmente cuando te tomo de la muñeca. Sé que los golpes que me dás en el estómago y en el pecho con toda tu fuerza ocultan caricias. Y lo sé por que te veo ahí, una vez calmada la tormenta, sonriente y agitada, me besas, te gusta decir que me tienes, más allá de toda duda, te gusta decir que me has derrotado y así me has ganado. Y te gusta invertir los papeles, aunque finges que lo haces para darme gusto.
Bueno, gracias por el tiempo. Sé que ha sido un placer para tí, aunque veo tus labios temblar de la ira.
"Ella se acercó lentamente, y su mirada me quemaba, mientras levantaba una de sus cejas. No tuve otra opción, esta vez le tocaba a ella. Me besó y pasó sus dedos entre mis cabellos casi jalándolos, apretando su mano contra mi cabeza, como si temiera que escapara en cualquier instante, y empezó a reirse, mientras yo la seguía besando. Murmuraba algo".
Tengo que entrar de nuevo. Te amo.

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