martes, febrero 22, 2005

Una de muchas

Hasta aquí llega la historia, a partir de ese entonces, nada de lo que pueda relatar parece ser real, y menos ficticio. Corrí, corrí con todas mis fuerzas, espantado por la fuerza y el tamaño de ella. Aunque quebradiza y algo frágil, tremenda y terrible, mirándome desde arriba.
No creo que se haya mudado, ni creo que se haya callado, es solo que no quiero oír lo que dice, a tal grado que mi mente ha acallado sus monólogos... y de día, como el cruel ataque de la locura más inoportuna, me llegan, palabra por palabra, frases inconexas, el eco de su voz, una aterradora grabación exacta y completamente sensible de lo que seguramente intenté no escuchar la noche anterior.
Otras veces despierto con ella a lado. Abrazándome, y murmurando en varios idiomas, y caigo de nuevo dormido, y me encuentro luego en los lugares más extraños, y... ahora no sé si duermo de día o de noche, si lo que pasa es verdad o mentira, y de lo único que tengo certeza, persiguiéndome en todas las situaciones, es de las voces, que ahora me llaman maestro, de las clases, a las que ahora me dirijo yo. Me dá miedo ir al cuarto que ella ocupaba, por miedo a comprobar que, ahora que lo pienso bien, nunca existió.

No hay comentarios.: